¿Por qué sentimos ansiedad o pánico?

La ansiedad y el pánico tienen una función protectora para la supervivencia, por lo que las sensaciones experimentadas durante el pánico y la ansiedad tienen una base fisiológica.

Los temores específicos, aprendidos y mediados cognitivamente, sobre las sensaciones corporales, tienen un papel en el mantenimiento del pánico y la ansiedad.

El ataque de pánico inicial consiste en un disparo erróneo del “sistema del miedo”, bajo circunstancias estresantes de la vida, en individuos fisiológicamente vulnerables. Un ataque de pánico aislado no lleva necesariamente al desarrollo de un trastor­no por pánico.

¿Por qué aparece un trastorno de pánico?

Una vulne­rabilidad psicológica explica el desarrollo de la aprensión ansiosa sobre la recurrencia del pánico, que, a su vez, conduce a la aparición del trastorno por pánico. La vulnerabilidad psicológica se conceptualiza como un conjunto de creencias con contenido de peligro sobre los síntomas del pánico (p. ej., “Es­toy perdiendo el control”) y sobre el significado de los ataques de pánico en relación con el concepto del individuo sobre sí mismo y sobre el mundo (p. ej., “Los acontecimientos están sucediendo de forma incontrolable e impredeci­ble; soy demasiado débil para controlar mis emociones”). Se supone que estas creencias surgen a partir de distintas experiencias vitales (como la transmisión vicaria y de información, por parte de otras personas importantes del entorno del paciente, sobre los peligros físicos y mentales asociados con determinados síntomas corporales), incluyendo los estímulos vitales estresantes cercanos al primer ataque de pánico.

Teniendo en cuenta la naturaleza traumática del primer (o primeros) ataque de pánico, se desarrollan asociaciones de miedo, condicionadas clásicamente, con distintos aspectos del contexto en el que ocurrió el ataque de pánico, incluyendo los alrededores de la situación y los síntomas de la activación.

Puede parecer que los ataques de pánico no son provocados por un estímulo o que ocurren de repente, debido a que son desencadenados por alteraciones sutiles, inocuas, del estado fisiológico, sobre el que el individuo no es totalmente consciente.

Es probable que las evaluaciones cognitivas erróneas del peligro (como los temores de morir o perder el control) aumenten la activación de te­mor, que, a su vez, intensifica las señales de temor que se temen. En consecuen­cia, se mantiene un ciclo vicioso de “miedo al miedo” (o miedo a las sensacio­nes), hasta que el sistema fisiológico de activación quede exhausto o hasta que se consigan evidencias que lo cuestionen.

El trastorno por pánico se considera una fobia a los estímulos corporales internos. Estos son generalmente menos predecibles y es más difícil escaparse de ellos, lo que produce un temor más intenso, más repentino, menos predecible y una mayor ansiedad de anticipación sobre la recurrencia del miedo. La anticipa­ción ansiosa del pánico puede aumentar la probabilidad de su ocurrencia, puesto que es probable que dicha activación incremente los síntomas que han llegado a convertirse en señales condicionadas para el pánico, y/o aumente el grado de vigilancia de la atención hacia esas señales. De esta manera, se establece un ciclo de mantenimiento entre la aprensión ansiosa sobre el pánico y el pánico mismo.

Las personas que sufren de ataques de pánico tienen creencias y temores más pronunciados sobre el daño físico o mental que podría surgir de sensaciones corporales específicas asociadas a los ataques de pánico. También muestran un aumento de la capacidad para detectar las sensaciones corporales de la activación debido a un mecanismo de vigilancia atencional. Las personas con un trastorno por pánico tienen miedo de los proce­dimientos que provocan sensaciones corporales similares a las experimentadas durante los ataques de pánico, incluyendo ejercicios cardiovasculares, respirato­rios y audiovestibulares inocuos.

Muchos pacientes tienen dificultades a la hora de identificar antecedentes específicos, contando que la ansiedad parece ocurrir casi continuamente.

Las señales internas pueden desencadenar la ansiedad y el miedo, especialmente en las cogniciones negativas, en las imágenes catastróficas y en las sensaciones físicas.

Modelo de los tres sistemas de respuesta para describir y comprender la ansiedad y el pánico

La ansiedad y el pánico tienen tres componentes: cognitivo (lo que pensamos), conductual (lo que hacemos) y fisiológico (lo que sentimos). Debemos formarnos un planteamiento alternativo no amenazante sobre la ansiedad y el pánico y un darse cuenta de uno mismo más objetivo. Para ello, es importante tener en cuenta que existen dife­rencias entre los perfiles de respuesta de la ansiedad y del pánico: mientras que en la ansiedad el componente cognitivo puede manifestarse en forma de preocupaciones sobre acontecimientos futuros, en el pánico estas preocupaciones pueden estar relacionadas con un peligro inminente. El componente fisiológico de la ansiedad puede manifestarse en forma de tensión muscular, mientras que en el pánico la manifestación puede ser la presencia de palpitaciones (entre otras muchas). Por último, el componente conductual puede manifestarse en la ansiedad en forma de agitación y/o nerviosismo, mientras que en el caso del pánico puede manifestarse en forma de escape o evitación.

Los tres sistemas de respuesta interactúan (p. ej., la exacerbación de la activación fisiológica por las cogniciones de temor).

No es necesario entender las razones por las que empezaron a experimentar ataques de pánico para obtener benefi­cios del tratamiento, porque los factores implicados en el inicio no son necesa­riamente los mismos que están presentes en el mantenimiento. Sin embargo, el ataque de pánico inicial se considera como una manifestación de la ansiedad/estrés.

Base fisiológica de la hiperventilación

La hiperventilación es aquella respiración que está por encima de las necesidades de nuestro cuerpo. Es decir, es una respiración excesiva. Puede producirse por respirar demasiado, respirar superficialmente, tomar grandes bocanadas de aire, etc.

Cuando hiperventilamos, el equilibrio entre el O2 y el CO2 se rompe: los niveles de O2 se incrementan y los de CO2 disminuyen. Entonces pasan dos cosas:

  1. La disminución  CO2 en la sangre es detectada por el cerebro, que intentará poner remedio a esta situación, reduciendo el impulso de respirar. Mientras estemos hiperventilando, notaremos que nuestro cuerpo hace un esfuerzo para respirar mucho menos, parece que nuestro cuerpo se niega a respirar al mismo ritmo. Lo más común es que intentemos hacer un esfuerzo consciente para intentar respirar más, el desequilibrio entre O2 y CO2 se mantiene o incluso se agrava. Nuestro cerebro se esforzará todavía más para hacernos respirar menos e incluso, si lo considera necesario, parar momentáneamente nuestra respiración. Cuando nos sucede esto es muy normal que nos asustemos, aunque en realidad este fenómeno no es en absoluto peligroso, pero puede vivirse como algo bastante desagradable.
  2. El descenso de CO2 en sangre produce una alteración del pH de nuestra sangre, que se vuelve alcalina y experimentamos sensaciones como hormigueo, mareos, sensaciones de frío o calor, tensión muscular, piernas débiles, dificultades de visión, palpitaciones, temblores…  Estas sensaciones pueden resultar desagradables, pero no es peligroso ni es indicativo de que algo funcione mal en nuestro cuerpo.

¿Cuál es el tratamiento?

El tratamiento del trastorno por pánico debe ser llevado a cabo por un profesional cualificado. El objetivo consistirá en influir directamente so­bre el aspecto cognitivo, de interpretación errónea, de la ansiedad y los ataques de pánico, sobre la respuesta de hiperventilación y sobre las reacciones condi­cionadas a las señales físicas. Para ello, y de forma muy resumida, en el tratamiento del trastorno por pánico se trabajarán los siguientes aspectos:

  • Informa­ción precisa sobre la naturaleza de los aspectos fisiológicos de la respuesta de lucha/huida.
  • Técnicas para modificar las cogniciones, incluyendo la identificación y el cuestionamiento de las ideas erróneas.
  • Información sobre los efectos de la hiperventilación y su papel en los ataques de pánico con una amplia práctica del reentrenamiento de la respiración.
  • Exposición repetida a las señales internas temidas con el objetivo de “descondicionar” las reacciones de miedo.

Si crees que sufres trastorno de pánico y necesitas ayuda, como psicólogos en Aranjuez, psicólogos en Toledo y psicólogos en Ciempozuelos puedes contactar con nosotros, estaremos encantados de atenderte y resolver todas las dudas que tengas.


Fuentes:

Craske, M.G. y Lewin, M.R. (2007) Trastorno por pánico. En: Caballo, V.E. (Ed.). Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos. Vol. 1. Trastornos por ansiedad, sexuales, afectivos y psicóticos. Madrid: Siglo XXI de España Editores S.A.

Belchi, I. (2004). Clínica de la ansiedad. Hiperventilación y ansiedad. Recuperado de: https://clinicadeansiedad.com/ir-de-mal-en-peor/otros-errores/hiperventilacion-y-ansiedad/

 

 

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Sara Manzano

Psicóloga Sanitaria Posgrado en Psicología Infantojuvenil Clínica y Educativa Máster en Logopedia Clínica y Escolar Máster en Investigación en Psicología Aplicada

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