¿Cuántas veces hemos oído aquello de «siempre se me ocurre la respuesta perfecta cuando ya es tarde»; «hay muchas cosas que quiero decir, pero cuando estoy en plena discusión me bloqueo y se me olvida todo»?
Las discusiones son algo frecuente en las parejas. De hecho, son algo sano y necesario. Sin embargo, no debemos confundir «discusión» con «pelea». En una discusión tratamos de llegar a un acuerdo, intercambiar opiniones, puntos de vista, buscar una solución a un conflicto… en definitiva, las discusiones tienen un objetivo constructivo. Por otro lado, las peleas son destructivas, puesto que no nos permiten llegar a acuerdos ni solucionar los problemas de forma sana para ambos miembros de la pareja. Las peleas frecuentes pueden llegar a distorsionar una relación.
En la mayoría de las ocasiones, la causa de las peleas se encuentra en la existencia de dificultades en la comunicación. Ante situaciones que realmente son importantes para nosotros, a menudo nos ponemos nerviosos y no reaccionamos como nos gustaría.
Vamos a partir de la idea de que nadie tiene la razón absoluta, por lo que debemos tomar en consideración y escuchar todas las opiniones. Sin embargo, es importante que seamos conscientes de que todo lo que decimos tiene consecuencias que deberemos asumir. Tenemos que considerar la expresión emocional de la otra persona, puesto que nos demuestran lo que para esa persona es importante. Por ejemplo, si ante la expresión de un sentimiento respondemos «eso es una tontería», estaremos imponiendo nuestro criterio e infravalorando las emociones de la otra persona.
Comunicación asertiva
La comunicación asertiva es aquella que nos permite expresar y defender nuestros propios deseos, derechos opiniones y emociones sin invalidar los deseos, derechos, opiniones y emociones de la otra persona.
Centrarnos en comportamientos, no en intenciones o expectativas
Los comportamientos pueden comprobarse, las intenciones y expectativas no. No se puede saber qué está pensando ni qué intención tiene él otro. Hay que dar un voto de confianza a los pensamientos, intenciones…
Deja claro que se trata de una opinión
Cuando comuniques, utiliza la primera persona para aclarar que se trata de tu opinión personal y no de un dogma o verdad absoluta. Puedes utilizar expresiones como «yo creo que…», «a mí me parece que…» «en mi opinión deberíamos…»
No presupongas los estados mentales de la otra persona
Si creemos que a la otra persona le ocurre algo, es más conveniente preguntar directamente e indicar nuestra opinión. Por ejemplo si decimos «pareces enfadado, ¿te encuentras bien?» es más probable que obtengamos una respuesta constructiva que si le decimos «ya estás enfadado para no variar».
Sé directo/a
No utilices indirectas, es mejor decir claramente lo que quieres o sientes. Por ejemplo, decir «pues nada, ya lo hago yo» no indica a la otra persona lo que te pasa. En cambio decir «me gustaría que me ayudaras a ordenar la casa para que después podamos descansar los dos juntos» es una petición mucho más concreta.
No realices ataques personales
Si criticamos algo, criticamos la actitud, no a la persona.
No utilices términos dicotómicos
Las expresiones como «siempre», «nunca», «todo» o «nada» generalizan demasiado. Es mejor ser concreto y específico.
Céntrate en el presente y en el futuro
Debemos aceptar que hay aspectos negativos en el pasado y hay que dejarlos atrás. Centrarse en el pasado negativo impedirá el cambio porque las expectativas serán negativas.
Hacemos una tregua
Una interrupción temporal de los conflictos, durante un breve periodo puede ayudarnos a tomar perspectiva cuando la discusión está bloqueándonos emocionalmente. Si en ese momento no podemos aportar soluciones constructivas, es mejor que nos retiremos de la discusión durante un tiempo para poder tranquilizarnos y reflexionar. Es importante que informemos de esto a la otra persona, para que no sienta que huimos o evitamos la discusión. Podemos indicarle «necesito parar por ahora esta conversación para poder tranquilizarme, pero me gustaría que la retomáramos esta tarde, cuando estemos más tranquilos/as».
Posibilidad de «veto» a las demandas de cambio
Siempre que uno de los dos pida un cambio, el otro tendrá la posibilidad de vetarlo, pero tendrá que explicar por qué. Así veremos si el cambio que se pide es adecuado en el momento en que se solicita. Tengamos en cuenta que cuando alguien “veta” un cambio, es porque le iba a resultar casi imposible cumplirlo, por lo que evitaremos más conflictos.
Identifica las necesidades reales
Las emociones que sentimos surgen de necesidades no cubiertas. Si una persona se siente sola es porque no tiene cubierta su necesidad de compañía y afecto. Si no entiendes por qué tu pareja hace algo, trata de averiguar qué necesidad hay detrás de esa actitud o pregúntaselo.
Necesidad de reajuste continuo
Por último, recordad que una relación tiene que cambiar según las demandas y necesidades de cada uno. Al igual que antes decíamos que no nos centramos en el pasado, tampoco podemos tener como objetivo «volver a estar como antes». Ninguno de los dos sois la misma persona que hace años, meses e incluso semanas. Las situaciones que vamos viviendo a lo largo de la vida nos van cambiando y está bien que evolucionéis juntos y que aprendáis a reajustaros el uno/a al otro/a.
Espero que estos consejos puedan resultaros útiles. No obstante, si los conflictos en la pareja son graves o muy frecuentes, lo ideal sería que consultárais con un especialista.