Los trastornos del neurodesarrollo incluyen un grupo de problemáticas que tienen en común su inicio durante el periodo de desarrollo, es decir, se manifiestan previamente al inicio de la educación primaria e interfieren con el correcto desempeño en las áreas personal, social, académica y/o ocupacional.
Estas dificultades pueden ser específicas del aprendizaje, relacionarse con el control de las funciones ejecutivas o ser más globales y relacionarse con las habilidades sociales o con la inteligencia.
Entre los trastornos del neurodesarrollo encontramos: la discapacidad intelectual, los trastornos de la comunicación, el trastorno del espectro autista, el trastorno por déficit de atención/hiperactividad, los trastornos motores del neurodesarrollo y el trastornos específico del aprendizaje.
La discapacidad intelectual se caracteriza por la existencia de déficit en las capacidades mentales generales, como el razonamiento, resolución de problemas, planificación, pensamiento abstracto, juicio, aprendizaje académico y aprendizaje de la experiencia. Cursa, además, con deficiencias en el funcionamiento adaptativo, impidiendo que se alcance la independencia personal y la responsabilidad social en uno o más aspectos de la vida cotidiana.
Los trastornos de la comunicación incluyen, por su parte, el trastorno del lenguaje, el trastorno fonológico, el trastorno de la comunicación social (pragmático) y el trastorno de la fluidez de inicio en la infancia (tartamudeo). El trastorno del lenguaje o disfasia se manifiesta por un marcado déficit en el desarrollo y uso del lenguaje. El trastorno fonológico o dislalia está relacionado con déficit en el habla. El trastorno de la comunicación social se corresponde con los déficit para el desarrollo y uso del habla social. El trastorno de la fluidez de inicio en la infancia, disfemia o tartamudeo se caracteriza por alteraciones de la fluidez normal y la producción motora del habla, así como por la repetición de sonidos o sílabas, la prolongación de los sonidos de las consonantes o las vocales, las palabras fragmentadas, los bloqueos y las palabras producidas con exceso de tensión física.
El trastorno del espectro autista se caracteriza por déficit en la comunicación social y la interacción social en múltiples contextos. Esto implica dificultades para llevar a cabo de forma correcta conductas de reciprocidad social, comunicación no verbal, así como la capacidad para desarrollar, mantener y entender las relaciones. Existen, además, patrones de comportamiento o intereses restrictivos o repetitivos.
El trastorno por déficit de atención/hiperactividad cursa con dificultades debidas a inatención, desorganización y/o hiperactividad/impulsividad. Tanto la inatención como la desorganización hacen que al niño le resulte difícil seguir ciertas tareas, que parezca no escuchar cuando se le habla y que a menudo pierda materiales necesarios para realizar las tareas académicas o cotidianas. La hiperactividad/impulsividad incluyen una actividad excesiva, con movimientos excesivos, incapacidad para permanecer sentado o guardar turno y tendencia a la intromisión en las actividades de otras personas.
Los trastornos motores del neurodesarrollo incluyen el trastorno del desarrollo de la coordinación, el trastorno de movimientos estereotipados y los trastornos de tics. El trastorno del desarrollo de la coordinación se caracteriza por déficit en la adquisición y ejecución de las habilidades motoras coordinadas, cursando con torpeza y lentitud que interfieren en las actividades de la vida cotidiana. El trastorno de movimientos estereotipados cursa con comportamientos motores repetitivos, aparentemente guiados y sin objetivo (agitar las manos, mecer el cuerpo, golpearse la cabeza, morderse o darse golpes…) interfiriendo con las actividades sociales, académicas u otras. Los trastornos de tics se caracterizan por la presencia de tics motores o vocales, cuya presentación clínica determina el trastorno de tics específico, pudiendo este ser: trastorno de la Tourette, trastorno de tics motores o vocales persistentes (crónico), trastorno de tics transitorio, otro trastorno de tics especificado y el trastorno de tics no especificado.
El trastorno específico del aprendizaje cursa con dificultades en la capacidad para percibir o procesar información de forma precisa y eficiente, apareciendo durante los primeros años de escolarización. Implica dificultades persistentes que impiden que el niño pueda aprender las aptitudes académicas básicas de lectura, escritura y matemáticas, encontrándose su rendimiento por debajo de lo esperado para su edad, inteligencia y nivel de escolarización. Estos trastornos se corresponden con: dislexia, discalculia y disortografía.
Su detección debe llevarse a cabo por un profesional especializado, que los diagnosticará mediante la aplicación de pruebas estandarizadas. Ante la detección de una de estas dificultades del aprendizaje, conviene que la intervención se lleve a cabo lo antes posible, integrando la colaboración de diferentes profesionales y ámbitos en los que se desenvuelve el niño/a (terapeuta, centro escolar y padres o tutores legales del menor).
Fuente: American Psychiatric Association (APA). (2014). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM 5. Madrid: Editorial Médica Panamericana.